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Título: Payasos en la lavadora
Autor: Álex de la Iglesia
Año de edición: 2009
Número de páginas: 173
Colección: Biblioteca Breve
Editorial: Editorial Seix Barral
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Ahora que Álex de la Iglesia es el flamante nuevo presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográfícas de España es bueno descubrir su divertida y original faceta de escritor con la lectura de “Payasos en la lavadora”, novela editada por Seix Barral en su prestigiosa colección “Biblioteca Breve” el pasado mes de marzo del presente año. Con una portada donde aparecen los inolvidables Groucho y Chico tocando el piano, “Payasos en la lavadora”, doble referencia al famoso humor del absurdo de los hermanos Marx, es decir a la alta filosofía, y a los populares payasos de Micolor, es decir a la cultura más pop, es un viaje al imaginario más personal del director de películas tan dispares como “El día de la bestia” y “La comunidad”, que como se sabe muy bien es un creador todo terreno que ha cultivado, también con éxito, el cómic. En “Payasos en la lavadora” narra el espectacular descenso a los infiernos de Juan Carlos Satrústegi, un poeta fracasado y, cómo no, en paro, que casi sin darse cuenta entrará en un descenso vertiginoso hacia las drogas, el sexo, la violencia, los superhéroes y la política, aunque sea de forma sesgada. El muy personal mundo de Àlex de la Iglesia, ya explicitado en toda su filmografía, con especial recuerdo para “Muertos de risa” (1999), la mayor diatriba que se ha hecho jamás en el cine español hacía la televisión y olvidada por la crítica progre de nuestro país, se expande con toda su fuerza en “Payasos en la lavadora”, donde el vía crucis de Satrústegi se convierte en un viaje casi psicodélico. Como muestra del cáustico sentido del humor negro, negrísimo, de De la Iglesia este párrafo resume, a la perfección, el estilo y el talante del escritor en esta novela sin desperdicio, llena de exabruptos y rupturas: “Me contaron que a un tipo se le metió un tripi en una caries y que no le subió hasta dos días después en medio de una clase de derecho internacional. Sus compañeros de facultad tuvieron el inmenso placer de verle reírse de su profesor en el estrado mientras se comía unas tizas”. Como dice el refranero español “A buen entendedor, pocas palabras”.
Por: Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos
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