Hay uno de los juegos más atractivos del sexo que es el de convertirse o tener un juguete para disfrutar del placer sexual. Raro será quien no ha impuesto sus deseos en una noche de pasión, o se ha dejado llevar por su pareja para ver como disfruta haciendo lo que desea sin oposición, o cuanto menos en el tramo final, porque a veces todo este juego se inicia sin que haya quien domina y quien se somete.

Hay diversos grados en este juego, y dentro del mismo muchas versiones. Desde el simple pero efectivo tapar los ojos a nuestra pareja, hasta el convertirse en un perro que se postra ante su amo para estar a su disposición completamente y no tan sólo en cuento a lo que a sexo se refiere.

En este texto voy a quedarme hablando sólo de lo que hacemos los que no buscamos más que poner un punto de excitación diferente a una relación en casa, en la cama o quizá aprovechando otras zonas de la casa, que tantas veces olvidamos, y ellas seguro también, desean gozar con el placer de carnal.

Lo primero y más básico que se puede hacer es atar las muñecas de nuestra pareja en la cabecera de la cama, con esto queda a nuestro placer sin que pueda defenderse de nuestros actos con sus brazos. En caso de que alargue el juego podemos atar los pies también en la cama desde los tobillos. Digo siempre juego y es importante que ambas partes sean consciente de eso, que se trata de gozar, uno por el placer de dominar y el otro por el de ser dominado, el no saber que te harán pero siendo consciente que no se va a hacer daño. En cualquier caso, siempre hay que tener una palabra que anule este juego que limita la capacidad del otro y parar completamente el juego. Sobretodo en las primeras ocasiones, cuando todavía no se sepa si aceptaremos o no estos juegos.

Otro complemente que podemos utilizar en la cama, con o sin ataduras es la cinta en los ojos. Cegar a nuestra pareja nos permite jugar con sus sentidos, ofrecerle un placer inesperado siendo nosotros quien vemos sus reacciones, sus deseos y dárselos en ese momento o bien hacerla sufrir e ir estimulando de manera diferentes e inesperadas para que su cuerpo vaya sintiendo lo inesperado.

El comedor es mucho más que un simple sofá. Me refiero que no solo el sofá debe ser el espacio para disfrutarnos. Tenemos unas sillas fabulosas para crear una situación de secuestro, de interrogatorio. Atar bien a la pareja en la silla, amordazar la boca, quizá cubrir los ojos. Sin posibilidad de moverse, pies, cintura bien aferrados a la silla por una cuerda. Luego ir desnudando a la pareja entre las cuerdas es todo un arte que se debe hacer sin miedo pero sin prisas.

El juego de dominar o ser dominado es amplio. Comencemos sabiendo si nos gusta ser usados o usar. Pensar si preferís ver como goza la pareja mientras os utiliza, o preferís gozar teniendo un juguete humano que se os ofrece para vuestro placer.