El cine está de resaca de los Oscar. Y el cine iberoamericano busca su espacio en los Premios Platino dentro de un año. Unos premios que llegan a su décima edición con un interés popular pequeño. El caso más claro es que su fecha de entrega no ayuda casi nada a la promoción de las películas nominadas y ganadoras, ya estrenadas, y que sus nominaciones y premios no sirven ni para activar el comercio de visionado doméstico de alquiler o plataformas. En salas ya es algo casi imposible. Porque si además se ha centrado el calendario para llegar a los premios nacionales, estos platinos quedan muy alejados.
Sufren del mismo mal que los EFA. Los premios de la Academia Europea quiere ser la que abre la temporada de premios y acaba arrastrando muchas películas de la temporada anterior, ya que cierran la fecha de selección en verano, cuando muchas de las películas que compiten en sus premios nacionales todavía no se han estrenado, y que acabarán esperando casi un año en hacer camino europeo para aprovechar el eco de los EFA, que al final han conseguido llamar la atención del público.
Los Platino podrán conseguir tener este atractivo también con las películas fuera de sus fronteras, que fuera de casa puedan atraer al público con las nominaciones platínicas. Mientras que el otro elemento que debería conseguir llamar la atención, tal y como ha sucedido con los Feroz, es el hecho de tener las categorías de series televisivas. Desde España sólo nominada No me gusta conducir, curioso, y que es un apartado que ahora está en alza, y los Platino deberían aprovechar más para conseguir más eco de su existencia.
Con una década de vida está claro que industrialmente se han consolidado. Ahora que las productoras le han dado vida, lo que hace falta es que se traslade este interés al público. Que aunque sean unos premios del cine para el cine, lo que decimos siempre, el cine sin el público no existiría.